sábado, 4 de abril de 2015

La soledad de los estancos


Todo apunta a que con el paso del tiempo, inconscientemente, estoy creándome un yo paralelo que a la vez es mi yo más personal y diferenciado.

Voy llenándole de contenido para satisfacer las distintas necesidades que me van saliendo a medida que vivo. Pero parece ser que se trata de un yo estanco que se nutre del exterior mediante una capa osmótica que filtra aquello de lo que tiene hambre y no deja sacar fuera el limo producto del cocinado interno.

Entre la carcasa que contiene mi yo y el mundo exterior se manifiesta mi forma biológica predeterminada y azarosa. Dispone de todas las características y herramientas de que se le ha dotado y está recubierto de una membrana hipersensorial con la que se relaciona con el mundo.

Esa masa celuloide se llama Víctor. Mi yo está condicionado por él y él es a la vez como yo quiero que sea. Pero ni él es yo ni yo soy él.

En el mundo existen multitud de víctores que suelen tener nombres diferentes y aspectos diferentes. Todos se relacionan entre sí mediante la capa sensorial que les engloba. Nadie nunca sabe qué y cómo es el recipiente que van llenando hasta que su estar-vivo colapsa.

Pocos conocen el suyo propio.

Algunos ni siquiera lo llenan de nada.